viernes, 22 de enero de 2016

¡Marchando un café con leche!



Todos educamos sin saberlo, con nuestro carácter, espontaneidad y nuestra experiencia y conocimientos vamos modificando nuestro entorno, es decir, a aquellos de quienes nos rodeamos y, por otro lado,  es bien sabido que el aleteo de una mariposa en un continente puede transformarse en un huracán en sus antípodas, por lo que no es un disparate decir que un gesto puede transformar el mundo. Puedo contar una anécdota sobre la primera vez que vi a alguien colocando sus manos formando un corazón con los dedos, fue a mi  marido, quien tenía  la costumbre de levantar los brazos con las manos formando un corazón para que le viéramos a lo lejos, es muy alto y se le divisaba perfectamente. Se puede decir, no sin riesgo de parecer petulante que la idea partió de él, ese fue un ejemplo del efecto mariposa que ha dado la vuelta al globo y se ha convertido en un símbolo de amor del que nadie prescinde hoy.
Hace no mucho que estando bañando a mi hija pequeña, tiene cuatro años, jugábamos a las cafeterías donde la gente viene a merendar y ella tomaba la comanda y gritaba ¡Marchando un café con leche! Me quedé sorprendida porque yo nunca se lo había enseñado, lo aprendió de alguien de su entorno, jugando con sus compañeros de clase quienes sin saberlo están enseñando.
Todos somos profesores de todos en una medida más o menos amplia, debemos por tanto asumir esta realidad y tomarnos en serio el ejemplo y la educación que estamos aportando a nuestros hijos y la que estamos dando al mundo, de ahí la importancia de la máxima socrática que dice: Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo.
El mundo se puede cambiar, hagámoslo a gusto de todos, no nos perdamos en nimiedades y consensuemos las bases en las que estamos todos de acuerdo, los derechos humanos, la libertad, la igualdad, el diálogo, el entendimiento, el amor, el respeto, la atención y ayuda a los más débiles de la sociedad, el compartir algo de nuestro tiempo para ayudar a los demás,... El mundo cambia si nosotros cambiamos, seamos pues profesores con nuestro ejemplo, con nuestra alegría, llevémosla con nosotros para sembrar paz y felicidad a nuestro alrededor, una sonrisa hace milagros, y se puede enseñar a sonreír.
Enseñemos compartiendo nuestros conocimientos y saber, para eso nada mejor que aprender a través de la lectura, la radio, la televisión...Una buena novela nos enriquece, al mismo tiempo que está enriqueciendo a los miles de lectores y  esos lectores revierten al mundo sus aprendizajes que hacen que se enriquezca la sociedad y con ella el futuro del planeta.
Os lo digo de corazón.


0 comentarios:

Publicar un comentario