Simone de Beauvoir, dijo: Escribir es un oficio que se aprende escribiendo, y nunca es tarde si nos adaptamos a las bases de un nuevo certamen narrativo de Relato breve que se convoca en el Ayuntamiento de Medina de Pomar, en Burgos.
Si tienes 13 años o más, y vives en algún lugar de España, puedes participar en este concurso y escribir un relato breve, sobre la mujer, sobre cualquier aspecto relacionado con el reconocimiento de sus derechos, así como la igualdad de género, y sus aspectos más positivos, como la fortaleza y gran corazón, puedes hablar de las abuelas, madres, puedes hacer una crítica a la violencia de género, etc., sobre lo que tú quieras, la imaginación y creatividad dependen de ti, tú y solo tú mezclarás todos los ingredientes necesarios para que el resultado derive en una historia de 4 folios por una sola cara, con letra Arial tamaño 11, un interlineado de 1,5 y márgenes de 2cm.
Es gratis, tienes hasta el 11 de marzo, lo deberás enviar por correo antes de esta fecha al Ayto de Medina de Pomar, Concejalía de Bienestar Social e Igualdad, Plaza Mayor,1, 09500, Medina de Pomar, (Burgos)
Para más información Pincha aquí
¡Ah! Se me olvidaba, los premios... Tres premios: el primero de 250€, el segundo de 150€ y el tercero de 75€, nada despreciables.
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Edificios de palabras (para jóvenes lectores)
martes, 1 de marzo de 2016
miércoles, 17 de febrero de 2016
El "efecto Pigmalión"
El mito de Pigmalión, que ya recreó Ovidio en sus Metamorfosis, narra cómo la estatua de Galatea cobra vida para responder al amor de Pigmalión, su hacedor. La historia ha sido versionada en múltiples ocasiones y, concretamente en el teatro, encontramos una interpretación del mito realizada por Bernard Shaw en 1913, titulada Pigmalión. Aquí, el magisterio de un profesor, Henry Higgins convierte a Eliza Doolittle, una vulgar florista, en una dama que llega a desenvolverse con soltura en la alta sociedad. No se trata de un cambio superficial únicamente, sino que entraña un cambio profundo, Eliza se convierte en otra persona.
En 1968 Robert Rosenthal y Leonore Jacobson, profesores de secundaria y primaria respectivamente, analizando el escaso rendimiento escolar de algunos alumnos desaventajados, se plantearon hacer una investigación que consistía en falsear los resultados de unas pruebas que medían el cociente intelectual de los alumnos; de tal manera, que asignaron los mejores resultados a los alumnos que habían obtenido los peores, y viceversa. Estos datos falseados fueron facilitados a los profesores de los niños. Al final de curso sucedía una especie de efecto Pigmalión: los alumnos, a los que asignaron mejores coeficientes intelectuales, obtuvieron los mejores resultados de la clase. Lo que equivale a decir que de un alumno se obtiene lo que se espera de él, o lo que es lo mismo: un alumno se hace aquello por lo que se le tiene, en palabras de D. Eliseo Lavara Gros.
Los profesores transmitimos con lenguaje verbal y no verbal, lo que creemos que el alumno es capaz de hacer, por tanto si transmitimos confianza y convicción en lo que creemos que nuestros alumnos son capaces de alcanzar, podremos ser mucho más eficaces como profesores. Quizá, si a ese alumno, del que no esperamos gran cosa, le damos el tiempo que necesite para responder, mientras le miramos afectuosamente y le sonreímos. Así como aceptar las intervenciones incorrectas respondiendo con voz dulce y suave lo positivo que aportan al grupo, etc. Esa actitud de un profesor para con sus alumnos le hace ser más eficiente sin casi ningún esfuerzo suplementario.
UN ALUMNO SE HACE AQUELLO POR LO QUE SE LE TIENE, ¡Creamos en nuestros alumnos! ¡Esperemos éxitos de ellos! Si vamos consiguiendo de ellos pequeños esfuerzos para conseguir logros, los esfuerzos serán cada vez mayores, mayores los logros y las satisfacciones personales. No es solo un cambio en la forma, es un cambio en el fondo, en lo más profundo: la estima de nuestro propio valor.
En 1968 Robert Rosenthal y Leonore Jacobson, profesores de secundaria y primaria respectivamente, analizando el escaso rendimiento escolar de algunos alumnos desaventajados, se plantearon hacer una investigación que consistía en falsear los resultados de unas pruebas que medían el cociente intelectual de los alumnos; de tal manera, que asignaron los mejores resultados a los alumnos que habían obtenido los peores, y viceversa. Estos datos falseados fueron facilitados a los profesores de los niños. Al final de curso sucedía una especie de efecto Pigmalión: los alumnos, a los que asignaron mejores coeficientes intelectuales, obtuvieron los mejores resultados de la clase. Lo que equivale a decir que de un alumno se obtiene lo que se espera de él, o lo que es lo mismo: un alumno se hace aquello por lo que se le tiene, en palabras de D. Eliseo Lavara Gros.
Los profesores transmitimos con lenguaje verbal y no verbal, lo que creemos que el alumno es capaz de hacer, por tanto si transmitimos confianza y convicción en lo que creemos que nuestros alumnos son capaces de alcanzar, podremos ser mucho más eficaces como profesores. Quizá, si a ese alumno, del que no esperamos gran cosa, le damos el tiempo que necesite para responder, mientras le miramos afectuosamente y le sonreímos. Así como aceptar las intervenciones incorrectas respondiendo con voz dulce y suave lo positivo que aportan al grupo, etc. Esa actitud de un profesor para con sus alumnos le hace ser más eficiente sin casi ningún esfuerzo suplementario.
UN ALUMNO SE HACE AQUELLO POR LO QUE SE LE TIENE, ¡Creamos en nuestros alumnos! ¡Esperemos éxitos de ellos! Si vamos consiguiendo de ellos pequeños esfuerzos para conseguir logros, los esfuerzos serán cada vez mayores, mayores los logros y las satisfacciones personales. No es solo un cambio en la forma, es un cambio en el fondo, en lo más profundo: la estima de nuestro propio valor.
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¡Anímate a escribir! Yo lo hago,
Lecturas infalibles
viernes, 22 de enero de 2016
¡Marchando un café con leche!
Todos
educamos sin saberlo, con nuestro carácter, espontaneidad y nuestra experiencia
y conocimientos vamos modificando nuestro entorno, es decir,
a aquellos de quienes nos rodeamos y, por otro lado, es
bien sabido que el aleteo de una mariposa en un continente puede transformarse
en un huracán en sus antípodas, por lo que no es un disparate decir que un gesto puede transformar el mundo. Puedo contar una anécdota sobre la primera vez que vi a alguien colocando sus
manos formando un corazón con los dedos, fue a mi marido, quien
tenía la costumbre de levantar los brazos con las manos formando un corazón para que le viéramos a lo lejos, es muy alto y se le divisaba perfectamente. Se puede decir, no sin riesgo de parecer petulante que la idea partió de él, ese fue un ejemplo del efecto mariposa que ha dado la vuelta al globo y se ha convertido en un símbolo de amor del que nadie prescinde hoy.
Hace no mucho que estando bañando a mi hija pequeña, tiene cuatro años, jugábamos a las cafeterías donde la gente viene a merendar y ella tomaba la comanda y gritaba ¡Marchando un café con leche! Me quedé sorprendida porque yo nunca se lo había enseñado, lo aprendió de alguien de su entorno, jugando con sus compañeros de clase quienes sin saberlo están enseñando.
Todos somos profesores de todos en una medida más o menos amplia, debemos por tanto asumir esta realidad y tomarnos en serio el ejemplo y la educación que estamos aportando a nuestros hijos y la que estamos dando al mundo, de ahí la importancia de la máxima socrática que dice: Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo.
El mundo se puede cambiar, hagámoslo a gusto de todos, no nos perdamos en nimiedades y consensuemos las bases en las que estamos todos de acuerdo, los derechos humanos, la libertad, la igualdad, el diálogo, el entendimiento, el amor, el respeto, la atención y ayuda a los más débiles de la sociedad, el compartir algo de nuestro tiempo para ayudar a los demás,... El mundo cambia si nosotros cambiamos, seamos pues profesores con nuestro ejemplo, con nuestra alegría, llevémosla con nosotros para sembrar paz y felicidad a nuestro alrededor, una sonrisa hace milagros, y se puede enseñar a sonreír.
Enseñemos compartiendo nuestros conocimientos y saber, para eso nada mejor que aprender a través de la lectura, la radio, la televisión...Una buena novela nos enriquece, al mismo tiempo que está enriqueciendo a los miles de lectores y esos lectores revierten al mundo sus aprendizajes que hacen que se enriquezca la sociedad y con ella el futuro del planeta.
Os lo digo de corazón.
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